30 de diciembre de 2009
LA REBELIÓN DE LOS MORISCOS DEL REINO DE GRANADA
Con Felipe II, auténtico fanático religioso, la opresión se hace insoportable para los moriscos, obligándoles no sólo al cambio de religión, sino a un abandono de sus costumbres, tradiciones y vestimentas ("se les prohíbe el uso del vestido morisco, las fiestas, el uso de los baños, y se les obliga a dejar las puertas de las casas abiertas y llevar las mujeres el rostro descubierto"). Por otro lado, los cristianos y militares (2 ó 3 familias en cada pueblo) sometían a la gran mayoría de población morisca a continuas vejaciones, dando lugar a que muchos moriscos se refugien en la sierra y se dediquen al pillaje y a la venganza ("los monfíes").
Comienzan a conspirar por todo el Reino de Granada y en secreto deciden tomar las armas. La fecha fijada para la rebelión era el día 1 de enero de 1569 y sería dirigida por don Fernando el Zaguer, llamado "Aben -Xaguar". Sin embargo, los acontecimientos se precipitan y el alzamiento se tiene que adelantar.
Iniciada la rebelión contra el mayor Imperio que jamás ha conocido la historia del hombre (un Imperio en el que nunca se ponía el Sol), los moriscos tenían la necesidad de un líder, no solo intrépido y valiente, sino que también tuviera sangre real, coronando a don Fernando, descendiente de los Omeyas de Córdoba, como rey de los moriscos con el nombre de Aben Humeya.
El 27 de septiembre decidieron los jefes y religiosos moriscos, hacer rey a D. Fernando de Válor, nombrando a Aben Farax su Alguacil Mayor, y el día 30 del Diciembre de 1568 fue coronado en Cádiar bajo un olivo: "Vistiéronle de púrpura, y pusiéronle a torno del cuello y espalda una insignia colorada a manera de faja. Hizo juramento de morir en su Ley y en el reino. Todos gritaron: "Viva el rey D. Fernando Muley Aben Humeya". Tomó los pueblos de Poqueira, Pitres, Juviles y Ugíjar. Felipe II tuvo que mandar a D. Juan de Austria, para sofocar la rebelión. Aben Humeya multiplicaba las emboscadas y evitaba los grandes encuentros. La táctica de la Guerra de Guerrillas, muy conocida desde los íberos contra los romanos, daba en una zona tan escabrosa como La Alpujarra, unos excelentes resultados. Ante la impotencia por parte del mejor ejército del Mundo por aquellos entonces, los soldados tomaban fuertes represalias contra la indefensa población morisca. El Marqués de Mondéjar ofreció en Órgiva diez mil ducados por la cabeza de Aben Humeya.
CASA DE ABEN HUMEYA EN NARILA
Las fuertes recompensas por su captura, los supuestos privilegios que conllevaba para quien le diera muerte y el afán de poder, ocasionó que su tío Aben Aboo, su amigos Diego de Arcos y Diego Alguacil y la amante del propio Aben Humeya, lo traicionen y asesinen una noche en el castillo de Laujar de Andarax, estrangulándolo con un cordel, tras horas de agonía.
Empieza ahora un largo y penoso éxodo para los moriscos del Reino de Granada por toda la Península, Norte de África y América. Durante años vagaron sin rumbo fijo, soportando vejaciones de todo tipo, muertos de hambre, con sus ropas hechas jirones, ... por ley no podían recibir auxilio de ningún cristiano. Para los que aún poseían algunos recursos el exilio era posible, pero para los menos afortunados (la mayoría eran agricultores, pastores y artesanos humildes) y los que aún se resistían en dejar la tierra de sus antepasados, la única solución era pasarse por cristianos viejos e intentar volver al reino de Granada con el paso de los años.
Y algunos lo consiguieron, de hecho hasta bien entrado el siglo XVII hay referencias de juicios y quema posterior de moriscos por parte de La Inquisición. En la actualidad hay decenas de apellidos por toda la Península Ibérica que provienen de linajes moriscos.
Cuenta la leyenda de que a principios de siglo, en algún remoto pueblo alpujarreño, aún se practicaba a escondidas la religión musulmana.
Hoy, 12 de marzo del año 2.000, por primera vez en la Historia de la Iglesia Católica, el Papa Juan Pablo II, ha pedido oficialmente perdón por todas las injusticias y atrocidades que la Iglesia ha cometido en sus dos milenios de existencia, sobre todo a musulmanes y judíos.
http://www.aldearural.com/alpujarra/historia/aben%20humeya.htm
7 de diciembre de 2009
23 de septiembre de 2009
GRANADA Y LOS CINCO SENTIDOS.......
tus sentidos. Te advierto que no es un ejercicio fácil, a pesar de las múltiples ventanas
por las que resbala su hermosura; si de veras quieres entenderla entera, si ansías
empaparte de ella, tienes que abrir tu alma y dejar que te cale, que inunde todos tus
sentidos, mirarla con ojos de águila desde la torre de la Vela o el mirador de San
Nicolás, escuchar los ecos profundos de su pasado y el palpitar de sus gentes de hoy,
saborear los caldos calientes de sus tabernas, palpar los muslos turgentes de sus fuentes
y oler el humo violeta de su cuerpo.
Cuando el arcoíris de tus sentidos haya alcanzado la plenitud de su elíptica, tamiza con
ojos críticos cada uno de los estímulos percibidos y el jugo que resulte bébetelo en copa
de cristal tallado, desde ese momento, tus carnes serán un remedo de su textura, tu
alma, un aljibe más donde ella reposará para siempre. Sal y báñate en ella.
la vista
Si hay una ciudad donde la luz juega al escondite que, si no estás atento se te pierde
entre las sombras de los dos ríos sobre los que está asentada cuando platica con el
Sacromonte en las tardes de rojo agareno, ésta, es Granada. El sol la colorea de distinta
manera si resbala por los cármenes floridos del Albaicín, que cuando baja a las oscuras
callejas de su entramado urbano o planea lento sobre las terrazas de fuerte color
Generalife.
Fotografía en tus retinas, nada de cámara fotográfica, cada una de sus callejuelas,
recréate en todas y cada una de sus fachadas y no dejes que los silogismos profanos te
cuarteen los ojos y no puedas retratarla en todo su esplendor.
Esta ciudad cambia los matices constantemente, inyecta esencias diferentes en cada
amanecer, las pinceladas cromáticas con las que se peina apuran todos los aceites.
Granada es luz y contraste en estado puro, mírala con pasión.
el tacto
Si manoseas los adobes terrosos de su muralla, si posas tu frente en el frío mármol de
sus iglesias, si lavas tus manos en los bucles de sus fuentes, estarás recorriendo la piel
lozana y tersa de esta ciudad que se viste de sayo en otoño, con abanicos de colores en
primavera.
Tócala con la mano, no sólo con el alma, manosea las paredes ásperas del cubo y
comprenderás que ella no es sólo pasado, que se unta en la piel los afeites modernos sin
cambiar su lozana estampa, que remoza los abalorios de su vestido sin perder un ápice
de su encanto. Acaríciala como si fuera tu amante, con la misma pasión que el marinero
ama en cada puerto, con mano suave, con besos tiernos, con susurros de balsámico
aceite. Pálpala.
el olfato
¿A qué huele Granada? ¿Cómo la puedo oler? ¿Dónde? Para mí, huele a musgo umbrío
del Darro, al vaho caliente de su vega, a frondoso y fragante olor de rosas, a rocío
matutino, a naranjo y a miel. ¿De dónde sacas esas fragancias? De los fresnos áureos de
la fuente del avellano, del intenso supurar de los cipreses del Albayzín, del aromático
mirto.
No pierdas tu tiempo en preguntas que en nada te van a ayudar, sal a la calle y rastrea,
como un sabueso, todos sus rincones, sigue el rastro selvático de sus viejas heridas y
olerás el azafrán de sus aljibes; olfatea cada palmo de su cuerpo y percibirás los olores
calientes que embriagan, persigue contracorriente los hilos de plata que la bañan y
comprenderás a qué huele Granada. Abre tus pituitarias y llena tus pulmones de su
aroma.
el oido
El claxon de la velocidad déjalo en el hotel, cálzate las zapatillas de la calma y abre el
micro de tus sentidos. Ve al bosque de la Sabica y escucha el correr del agua por las
acequias que inspiran al ruiseñor y cómo la umbría lo envuelve todo en ovillos de
silencio, duende que no vemos, pero que está ahí y juega con los niños en los estanques,
en las horas de la amanecida con los amantes, en los alminares de las noches cerradas
con los crápulas.
Los susurros arcanos que corren bajo las bóvedas del Dauro son los mismos lamentos y
alegrías que brotan en las cuevas del Sacromonte, por eso, quítate los auriculares de la
prisa, siéntate en un banco del paseo de los tristes y escucha el lamento quejoso del
agua que baja de la sierra, antes que el bullicio de la calle y el acre tumulto del tráfico lo
engulla. Escúchala con atención
el gusto
Como este sentido es menos espiritual, está hecho más para la materia, también hay que
complacerlo sino el pentagrama de nuestros sentidos se arrugaría y no podríamos
componer la sinfonía con las notas que cada día recogemos, Granada, viajero, te ofrece
un amplio abanico de terrazas, de bares y restaurantes donde el quinto jinete, el de la
gula, puede gozar de una gran variedad de viandas que lo dejarán saciado y complacido.
Si nos visitas a primeros de año y no temes que algún pliegue de tu piel comience a
redondearse, no te vayas sin probar la olla de San Antón, ni dejes subir al Sacromonte a
comer habas con bacalao, pero si tu paladar es más exquisito y tu bolsillo no sufre las
inclemencias del Ibex 35, no te preocupes, esta ciudad es una despensa repleta de
buenos manjares y tiene un ramillete de excelentes restauradores que darán cumplida
respuesta a tus demandas.
Como ves, este sentido no se alimenta de cosas etéreas, si me apuras vive más a pie de
tierra, es el encargado de la intendencia, el que cuida los detalles para que sus cuatro
hermanos puedan abarcar los cuatro estadios de los que se viste la belleza.
http://www.flickr.com/photos/maria_quintana/sets/72157622167435872/
9 de junio de 2009
El bando
abandonarán moriscos infieles,
infantes, mujeres, cruzarán el mar.
Viva el rey Fernando y la reina Isabel.
Tanto monta, monta tanto. Amén.
Por orden real, escritos de herejes en fuego arderán
y aquel que se encuentre fablando morisco a galeras irá.
Viva el rey Fernando y la reina Isabel.
Tanto monta, monta tanto. Amén.
Por orden real, cincuenta cabezas a cambio darán:
honores, riquezas, fanegas de tierra y el cielo además.
Viva el rey Fernando y la reina Isabel.
Tanto monta, monta tanto. Amén.
Casida del rey chico
me encontré la tristeza
que matara al rey Boabdil.
Y a la sombra del almendro
la dejé por los montes de Guajar-Faragüit.
Por ver si cuando el tiempo de la miel
la luz del pensamiento diera flor
y el pueblo recobrara su color verdiblanco
de origen bereber.
Ay niños del campo, espiguitas tiernas,
echad a correr.
Decidle a la tierra
que el pobre la espera al amanecer.
Al amanecer la tierra, al amanecer...
El Rey Al-Mutamid dice adiós a Sevilla
cuando ya mi corazón dice adiós a este tiempo, habibi
Y Ala me llama en el silencio
mientras se oye por el aire
el vuelo de los buitres esperando.
Nadie llore por mí,
si acaso en el recuerdo algunos versos.
Que yo fui un gran señor
que tuvo un reino hermoso junto a un río.
Sevilla, Sevilla ay qué lejos.
Ay Sevilla, la única cadena que yo siento.
Cadena, si yo a ti me entregué
¡ten piedad de mí! Cadena habibi damma-ni damma habibi...
El Rey Al-Mutamid dice adiós a Sevilla
LA FAMILIA MORISCA BERNARD VICENT
en este rreyno con cristianas nuevas e a las cristianas
viejas que casaren con cristianos nuevos e a los cris
tianos viejos que fueren a vivir entre cristianos nuevos
que sean libres y exemptos de huéspedes así de los de
nuestra corte como de gente de guerra e otros quales
quier y que no den rropa ni bestias de guía ni aves ni
otra cosa alguna por vía de aposento e demás desto
por les hazer más merced a las tales personas que
hizieren lo suso dicho les prometemos que luego que
nos conste dello les haremos merced para ellos y para
sus herederos y sucesores de les dar y señalar de lo
rrealengo e público y concegil algunas roças e tierras e
terminos... (36).
http://www.islamyal-andalus.org/control/noticia.php?id=1443
28 de mayo de 2009
16 de mayo de 2009
Las llaves de Al-Andalus La tercera jornada del congreso reflexiona acerca del legado de los moriscos, con influencias en la arquitectura, la gastro
La tercera jornada del congreso reflexiona acerca del legado de los moriscos, con influencias en la arquitectura, la gastronomía o la indumentaria de la sociedad marroquí
Manuela De La Corte / Granada 16.05.2009 - 05:00
Las familias que conservan en Fez la llave de sus casas de Al-Andalus saben que ya no abrirá ninguna puerta. Achouak Chalkha, del Instituto de Estudios Hipano Lusos de Rabat, rescató ayer las influencias de los moriscos en la sociedad marroquí, haciendo especial hincapié en esta ciudad. A diferencia de Tetuán, dijo, los fesinos no volverían nunca a España, "por el trauma que les causó la expulsión y saben que conservar esa llave es inútil".
El Congreso Los moriscos: historia de una minoría destacó ayer el legado y los problemas de los moriscos. Si la profesora Fadoua El Heziti, de la Universidad de Casablanca, defendió en su conferencia Fenomenología de la escritura morisca del exilio los 'conflictos' de la lengua, Chalkha recuperó todo aquello que sigue enriqueciendo a ambas orillas.
La ciudad de Fez nació de una "suma de desterrados" que influyeron en multitud de ámbitos de la vida marroquí, como el arquitectónico o el del ocio. La profesora recordó ayer que eran conocidas las fiestas mixtas que celebraban en la ciudad los moriscos. "Se decía de ellos que eran amantes de la vida y los placeres y veían que sus fiestas eran muy libertinas".
Sin embargo, el mayor legado andalusí se encuentra en la construcción de edificios religiosos, "que se puede ver en los azulejos o las tallas de madera" y en la gastronomía. "Se ve en los condimentos de las comidas, las plantas aromáticas que utilizaban, lo dulce en la comida salada, con frutos secos y dátiles, o la miel en los guisos de carnes y pescados".
En la indumentaria, los vestidos representaban distintas formas de vida. "Siguen persistiendo el albornoz (o alborno) que es una palabra y una prenda que se utiliza desde los siglos medievales. Es utilizado por la gente de la alta sociedad y está considerada como una prenda de lujo". Ocurre también con un cinturón de lana o seda que se usa para ceñir el traje tradicional y con los bordados en los vestidos de lujo (seda sobre lino) muy propios de los trajes de novia.
Fadoua El Heziti se centró en la lengua. "La experiencia del exilio y sus manifestaciones escriturales comenzaron mucho antes de los decretos de expulsión", explicó, en referencia a la mezcla entre el árabe clásico, el castellano y el uso de los textos aljamiados (escritos con caracteres árabes de las lenguas romances habladas por los andalusíes durante la época tardía de Al-Andalus).
El Heziti puso algunos ejemplos de textos en los que incluso los moriscos, "naturalmente", cometían equivocaciones con "construcciones mal hechas o raras" lo que producía el rechazo en los países de África que les recibieron. Uno de estos escritores moriscos decía en un alegato reivindicativo, "uno de los más bellos textos de la época": "Señores, es que tampoco hemos aprendido el árabe en condiciones normales...". No obstante, la experta supo dividir en tres grupos la forma en que se utilizó un idioma u otro y había otro grupo de moriscos que supieron utilizar "perfectamente bien el romance y el árabe".
"La vivencia del exilio por más que la estudiemos", destacó la profesora de Casablanca, "es una experiencia humana por excelencia".
7 de mayo de 2009
16 de abril de 2009
Los moriscos en Internet
Alonso del Castillo
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13 de abril de 2009
19 de marzo de 2009
Moriscos, la historia incómoda
La España oficial y académica evita abordar el cuarto centenario de uno de los hechos más ominosos de nuestra historia: la expulsión en 1609 de cientos de miles de compatriotas de antecedentes musulmanes
JUAN GOYTISOLO 15/03/2009
A Francisco Márquez Villanueva
Esclavitud, exterminio, castración o destierro eran las alternativas estudiadas para los moriscos
Con el personaje de Ricote, Cervantes dio voz a la España que pedía libertad de conciencia
En el pasado de todos los países alternan los episodios embarazosos y los que son motivo de patriótica exaltación. El cuarto centenario de la expulsión de los moriscos en el reinado de Felipe III se incluye, como es obvio, entre los mencionados en primer lugar. Fuera de la fundación El Legado Andalusí y de los historiadores convocados por éste el próximo mes de mayo, la España oficial y académica se ha encastillado en un precavido silencio que revela su manifiesta incomodidad.
Lo acaecido de 1609 a 1614 es desde luego poco glorioso y constituye el primer precedente europeo de las limpiezas étnicas más o menos sangrientas del pasado siglo. Las medidas "profilácticas" recetadas por el duque de Lerma con el apoyo decisivo de la jerarquía eclesiástica encabezada por el patriarca Ribera, fueron objeto de un largo, incierto y controvertido debate político-religioso cuyas etapas, aunque sea a vuela pluma, conviene recordar: 1499, conversión forzosa de los granadinos por el cardenal Cisneros; 1501-02, pragmática del mismo dando a elegir a los musulmanes del reino de Castilla entre el exilio y la conversión: los mudéjares del Medioevo pasaron a ser así, pura, y simplemente, moriscos; 1516, se les fuerza a abandonar su vestimenta y costumbres, aunque la medida queda en suspenso por espacio de diez años; 1525-26, conversión por edicto de los de Aragón y Valencia; 1562, una junta compuesta de eclesiásticos, juristas y miembros del Santo Oficio prohíbe a los granadinos el uso de la lengua árabe; 1569-70, rebelión de la Alpujarra y guerras de Granada... A partir del aplastamiento de los moriscos y de la ejecución de Aben Humeya, la política de Felipe II consistió en dispersar a los granadinos y en reasentarlos en Castilla, Murcia y Extremadura, lejos de las costas meridionales y de las posibles incursiones turcas.
Tantas vacilaciones y cambios de rumbo reflejaban las contradicciones existentes entre una jerarquía eclesiástica muy poco respetuosa de la ética universal cristiana y los intereses de una parte de la nobleza peninsular, para la que la expulsión de quienes trabajaban sus tierras significaba la ruina de la agricultura. Como sabemos por la historiografía desde fines del siglo XIX, la cruzada político-religiosa fue objeto entre bastidores de una áspera controversia. Mientras algunos se oponían a la expulsión y predicaban el catecumenado y la asimilación gradual, los elementos más duros del episcopado se decantaban por propuestas más contundentes: la esclavitud, el exterminio colectivo o la castración de todos los, varones y su deportación a la isla de los Bacalaos, esto es, a Terranova. Al destierro a la más cercana orilla africana, sostenido por la mayoría de los miembros del Consejo de Estado, un santo obispo opuso una argumentación impecable: puesto que el llegar a Argel o a Marruecos, los moriscos renegarían de la fe cristiana, lo más caritativo sería embarcarles en naves desfondadas a fin de que naufragaran durante el trayecto y salvaran sus almas.
En el debate que enfrentó durante décadas a -perdóneseme el anacronismo- palomas y halcones, éstos contaron con la pluma elocuente de propagandistas como fray Jaime de Bleda, González de Cellorigo, fray Marcos de Guadalajara y, sobre todo, de Pedro Aznar de Cardona, para quien la expulsión cerraba definitivamente el largo e ignominioso paréntesis abierto por la invasión de 711: la católica España lo sería, por obra de Lerma y del Tercer Filipo, sin excepción alguna. Junto a los alegatos de índole religiosa, se esgrimían otros de orden demográfico: el peligro que suponía el gran crecimiento de la población morisca en abrupto contraste con el estancamiento o caída del de los cristianos viejos en razón del celibato eclesiástico, la enclaustración femenina en los conventos, las guerras de Flandes y la emigración a América. Dicha argumentación, resucitada hoy por los ultras de la identidad europea, fue irónicamente resumida por el Berganza cervantino en el Coloquio de los perros.
El problema morisco y la terapéutica radical del mismo han sido objeto de numerosos y bien documentados estudios en el último medio siglo por historiadores tan diversos como Américo Castro, Domínguez Ortiz, Julio Caro Baroja, Mercedes García-Arenal, Bernard Vincent, Louis Cardaillac, Márquez Villanueva y un largo etcétera. Gracias a ellos, conocemos las reflexiones que hoy denominaríamos cívicas de quienes se opusieron al bando de expulsión de hace cuatro siglos. Muy significativamente, la mayoría de ellos formaba parte de la, no por desdibujada menos visible, comunidad de cristianos nuevos de origen judío, cuya defensa de la asimilación de los moriscos era asimismo un alegato pro domo, en la medida en que contradecía e impugnaba los muy poco cristianos estatutos de limpieza de sangre. La reivindicación del comercio, del trabajo y del mérito frente a la "negra honra" de los cristianos viejos, apuntaba al objetivo de detener la ya perceptible decadencia española y las largas "vacaciones históricas" que se prolongarían por espacio de dos siglos, hasta las Cortes de Cádiz, pese a las políticas más sensatas de Olivares y de los ministros ilustrados del XVIII. González de Cellorigo, cuyo memorial dirigido al monarca -De la política necesaria y útil restauración de la república de España- condensa en el título su contenido regeneracionista, y la excelente Historia de la rebelión y castigo de los moriscos, de Luis de Mármol y Carvajal -evocadora de una tragedia humana que hubiera podido evitarse con planteamientos más pragmáticos-, se ajustan a la corriente del pensamiento erasmista al que se adscribían los partidarios de una modernización de la ensimismada sociedad hispana.
En una obra de próxima publicación y que acabo de leer por gentileza de su autor -Moros, moriscos y turcos en Cervantes-, Francisco Márquez Villanueva analiza con su habitual competencia los escritos, en su mayoría inéditos, del humanista Pedro de Valencia, discípulo y testamentario del hebraísta Benito Arias Montano. Su Tratado acerca de los moriscos de España, desconocido hasta su publicación en 1979, y que no llegó a mis manos sino en fecha reciente, quizá sea, visto con la perspectiva del tiempo, la defensa mejor razonada de la causa de los expulsos. Judeoconverso, como Arias Montano, y enemigo de la escolástica y de la ideología tridentina, denuncia con energía "el agravio que se les hace (a los moriscos) en privarlos de sus tierras y en no tratarlos con igualdad de honra y estimación con los demás ciudadanos y naturales". Como fray Luis de León (recuérdese lo "de generaciones de afrenta que nunca se acaba"), Pedro de Valencia se alza contra los estatutos del cardenal Siliceo y propugna una política de matrimonios mixtos de moriscos y cristianos viejos para "persuadir a los ciudadanos de la república, que todos son hermanos de un linaje y de una sangre".
El espectáculo de decenas de millares de mujeres y hombres bautizados a quienes se separaba de sus hijos mientras imploraban misericordia a Dios y al rey y proclamaban en vano su voluntad de permanecer en su patria, resultaba para algunos cristianos sinceros difícil de soportar. Las condiciones brutales de la expulsión y las matanzas llevadas a cabo de quienes huían de ella fueron acogidas con tristeza y compasión por una minoría pensante, y con clamores de odio y con vítores por aquellos que, como Gaspar de Aguilar, las convirtieron en cantares de gesta.
La mayoría de los moriscos se refugiaron, con muy diversa fortuna, en el Magreb, y los naturales de Hornachos crearon en Marruecos la llamada república de Salé, con la esperanza ilusoria de congraciarse con el rey y retornar algún día a España. Los del Valle de Ricote fueron autorizados a emigrar voluntariamente durante un lapso de cuatro años por la frontera francesa y a dirigir sus pasos a otros países europeos. Aunque totalmente asimilados, el favorito de Felipe III firmó, sin que le temblara el pulso, su orden de destierro colectivo en 1614. El episodio del morisco Ricote -el encuentro con su paisano Sancho Panza- en la Segunda Parte del Quijote, permitió a Cervantes, maestro en el arte de la astucia, recoger la voz de quienes fueron víctimas, de tan salvaje atropello.
"Salí -dice el morisco- de nuestro pueblo, entré en Francia y aunque allí nos hacían buen acogimiento, quise verlo todo. Pasé a Italia y llegué a Alemania y allí me pareció que se podía vivir con más libertad, porque sus habitadores no miran en muchas delicadezas: cada uno vive como quiere, porque en la mayor parte de ella se vive con libertad de conciencia".
¡Libertad de conciencia! De refilón, y como quien no quiere la cosa, el autor del Quijote pone el dedo en la llaga. Los despiertos centinelas del Santo Oficio eran todo oídos pero a buen relector sobran más palabras.
Juan Goytisolo es escritor.
http://www.elpais.com/articulo/opinion/Moriscos/historia/incomoda/elpepiopi/20090315elpepiopi_14/Tes
31 de enero de 2009
¿Sabes lo que es rezar?
-Rezaba para que volvieras y decirte que no te guardo rencor ni a ti ni a nadie. No me has entendido y, como todos los hombres, formaste tu criterio sin oír. Seguiré rezando por ti, como hago por todos los hombres. ¿Sabes lo que es rezar? -no me dejó que le contestara y prosiguió- Tenemos que rezar mucho. Rezar no es otra cosa que concentrarse intensamente dentro de uno mismo y tratar de coger la mayor cantidad posible del inmenso poder que el Ser Supremo derramó y derrama sobre el Universo. Captado este fuego, basta luego saber y querer proyectarlo para que se haga lo que tú deseas. Rezar no es pedir, ni alabar sin ton ni son a Dios, que, como bien decías, no necesita para nada de nuestras alabanzas. Rezar, joven muchacho, es coger, es tomar lo que Dios ha puesto al alcance de nuestra mano, esa fuerza de la que está el mundo lleno y que, sin embargo, no vemos, como tampoco vemos la del imán cuando atrae los trozos de hierro. Pero la fuerza está ahí, a nuestro lado, y hay que tener voluntad y deseo de obtenerla, para dirigirla a los hombres a fin de que sanen, a fin de que curen sus enfermedades, a fin de que sean mejores, a fin de que no se maten. Hay que rezar y mucho por el hombre, por todos los hombres. Es la energía de la Creación que sólo el hombre, por así haberlo querido el Supremo Creador, puede dirigir y controlar.
hombre santo
-No, en modo alguno. No instruyas a nadie, no des lecciones, ni le digas a nadie esto es lo bueno y esto es lo malo, esto debes hacer y no aquello. Dile tan sólo que no dañe a nadie y dile también que él, como Dios, tiene energía y tiene poder para crear y entonces creará y creará en perfección, muy lentamente, en siglos, pero creará un mundo más perfecto, como por siglos se ha ido perfeccionando este planeta. Pero que nadie obligue a otro a hacer lo que no quiere, que nadie enseñe, y mucho menos imponga, su verdad a los demás, del mismo modo que la rosa no le dice a la de al lado si sus pétalos deben ser más rojos o mas pálidos, ni el árbol a sus ramas por dónde deben extenderse, ni la golondrina le dice a otra con quién debe revolotear este verano para ver lleno de pajarillos el nido.
Se estaba yendo la tarde. No me era posible ya seguir escuchando. Me acerqué a él para besar un pliegue de su andrajoso hábito. «Adiós, hombre santo y sabio. Nunca os olvidaré» -me despedí.
-Que el Dios Supremo te acompañe y te dé la paz -dijo poniendo sus manos sobre mi cabeza.
Tomé la.vereda e inicié el regreso dejándome ir cuesta abajo. Estaba seguro de que no había perdido el día en el collado del fraile. Fue un buen encuentro con aquel desconocido en la montaña y no sé por qué pensé en mi hermanojacobo y en eljudío Gabirol. Seguí bajando y ya, entre dos luces, me resultaba difícil distinguir abajo la mancha verde de los molinos, pero bien sabía que sin abandonar la vereda llegaría finalmente a mi destino.