31 de enero de 2009

¿Sabes lo que es rezar?

El aire, que soplaba ahora con más fuerza, hacía revolotear sus largos cabellos alrededor de su cabeza. Me acerqué, hinqué mis rodillas en tierra y con ambas manos le tiré del borde del sayal para llamar su atención: «Os ruego que me perdonéis algún día, si acaso podéis olvidar las necias palabras que he dicho», le pedí.

-Rezaba para que volvieras y decirte que no te guardo rencor ni a ti ni a nadie. No me has entendido y, como todos los hombres, formaste tu criterio sin oír. Seguiré rezando por ti, como hago por todos los hombres. ¿Sabes lo que es rezar? -no me dejó que le contestara y prosiguió- Tenemos que rezar mucho. Rezar no es otra cosa que concentrarse intensamente dentro de uno mismo y tratar de coger la mayor cantidad posible del inmenso poder que el Ser Supremo derramó y derrama sobre el Universo. Captado este fuego, basta luego saber y querer proyectarlo para que se haga lo que tú deseas. Rezar no es pedir, ni alabar sin ton ni son a Dios, que, como bien decías, no necesita para nada de nuestras alabanzas. Rezar, joven muchacho, es coger, es tomar lo que Dios ha puesto al alcance de nuestra mano, esa fuerza de la que está el mundo lleno y que, sin embargo, no vemos, como tampoco vemos la del imán cuando atrae los trozos de hierro. Pero la fuerza está ahí, a nuestro lado, y hay que tener voluntad y deseo de obtenerla, para dirigirla a los hombres a fin de que sanen, a fin de que curen sus enfermedades, a fin de que sean mejores, a fin de que no se maten. Hay que rezar y mucho por el hombre, por todos los hombres. Es la energía de la Creación que sólo el hombre, por así haberlo querido el Supremo Creador, puede dirigir y controlar.

hombre santo

-¿Debemos entonces, hombre santo, enseñarle a los hombres que aprovechen la energía de la Creación para ser mejores, para no matar, para ayudar al prójimo, instruyéndolos en la forma de hacer el bien? -pregunté.

-No, en modo alguno. No instruyas a nadie, no des lecciones, ni le digas a nadie esto es lo bueno y esto es lo malo, esto debes hacer y no aquello. Dile tan sólo que no dañe a nadie y dile también que él, como Dios, tiene energía y tiene poder para crear y entonces creará y creará en perfección, muy lentamente, en siglos, pero creará un mundo más perfecto, como por siglos se ha ido perfeccionando este planeta. Pero que nadie obligue a otro a hacer lo que no quiere, que nadie enseñe, y mucho menos imponga, su verdad a los demás, del mismo modo que la rosa no le dice a la de al lado si sus pétalos deben ser más rojos o mas pálidos, ni el árbol a sus ramas por dónde deben extenderse, ni la golondrina le dice a otra con quién debe revolotear este verano para ver lleno de pajarillos el nido.

Se estaba yendo la tarde. No me era posible ya seguir escuchando. Me acerqué a él para besar un pliegue de su andrajoso hábito. «Adiós, hombre santo y sabio. Nunca os olvidaré» -me despedí.

-Que el Dios Supremo te acompañe y te dé la paz -dijo poniendo sus manos sobre mi cabeza.

Tomé la.vereda e inicié el regreso dejándome ir cuesta abajo. Estaba seguro de que no había perdido el día en el collado del fraile. Fue un buen encuentro con aquel desconocido en la montaña y no sé por qué pensé en mi hermanojacobo y en eljudío Gabirol. Seguí bajando y ya, entre dos luces, me resultaba difícil distinguir abajo la mancha verde de los molinos, pero bien sabía que sin abandonar la vereda llegaría finalmente a mi destino.

+ granada morisca

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